A menudo nos encontramos con clientes que tienen que cambiar su caldera y hasta el momento han recibido muy poca información acerca del tipo de aparato que necesitan.
Para introducir un poco el tema, distinguiremos entre caldera y calentador, pues existe cierta confusión entre los usuarios finales.
Una caldera, que es en lo que centraremos el post de hoy, cumple una doble función, se utiliza tanto para el agua caliente sanitaria (ACS) como para la calefacción de una vivienda. Su fuente de energía habitual es el gas, aunque existen calderas eléctricas pero el consumo de luz es muy elevado. También existen calderas exclusivamente para la calefacción, que son más baratas que las que cumplen las 2 funciones comentadas.
Por otro lado, el calentador sirve exclusivamente para suministrar ACS y su tamaño es más pequeño que el de las calderas. Al igual que las calderas pueden utilizar gas o electricidad, aunque en este caso es más habitual la instalación de calentadores eléctricos por su precio.
Una vez aclarado este punto, os explicamos los diferentes tipos de caldera y sus características:
- Estancas estándar: la combustión de gases se produce con la ayuda de un ventilador dentro de una cámara cerrada herméticamente. Este tipo de caldera ha quedado restringida, por lo que solo se pueden instalar en viviendas unifamiliares o bloques de viviendas en los que la extracción de gases se haga a través del tejado.
- Estancas bajo NOx: tiene un funcionamiento muy similar a las anteriores, pero los humos que expulsan al exterior son menos contaminantes y consumen menos luz. Desde septiembre de 2015 este tipo de calderas no se puede fabricar, solo se han podido vender las que ya estaban en el mercado y ya no tiene sentido comprar un equipo de estas características.
- Condensación: ofrecen mayor rendimiento y permiten ahorrar hasta un 30% en el consumo de gas y luz, por lo que su coste se amortiza en un periodo corto de tiempo. Necesitan un desagüe para deshacerse de los líquidos derivados de los gases condensados. Actualmente son las únicas que se pueden fabricar para uso doméstico.
Si tu caldera está fuera de normativa o ya no funciona bien, no dudes en cambiarla. ¡Ahorrarás dinero y ganarás seguridad en tu hogar!